lunes, 20 de julio de 2015

Vuelta atrás


Óscar fantaseaba imaginándose volviendo a una etapa de su juventud, pudiendo revivir una de las muchas situaciones que tantos recuerdos le traían pero que, sin embargo, no había sabido manejar adecuadamente. Volver al pasado para corregir errores o bien modificar aquel comportamiento que le llevó al fracaso se había convertido en su cotidiana ensoñación.

Puestos a elegir el momento y el lugar, no vacilaría. Si tuviera que decidir a qué momento de su vida pasada quería ser transportado, lo tenía muy claro: volvería, sin dudarlo, al día en que Montse le dejó.

Ver a Montse de nuevo. ¡Se lo había imaginado tantas veces! Pero, de ser posible su deseo, ¿qué haría exactamente? Para empezar, volvería a ese sábado de aquel mes de mayo de dos mil trescientos noventa y dos, esa tarde en la que la perdió para siempre. Y todo por un equívoco seguido de esa frase tan manida: “no es lo que te imaginas”. No tuvo opción a añadir nada más porque ella ya había dado media vuelta saliendo del local hecha una furia. No valieron explicaciones, ni ruegos. No quiso volver a verle.

Fue un estúpido al no luchar por esa relación que, si bien pasaba por un momento complicado, podía haberse salvado. Pero los celos de Montse no se lo pusieron fácil y no quiso ver que Lucía, a la que creía su mejor amiga, les había tendido una trampa. No tenía que haber acudido a su llamada. Pero parecía algo serio, eran amigos, y quién se iba a imaginar lo que tramaba en realidad. Lo hizo ex profeso, para que Montse les sorprendiera. ¿Cómo iba a suponer que le besaría justo cuando Montse hacía su entrada? Por eso le sentó de espaldas a la puerta y no dejaba de mirar hacia la calle.
 
 
Cuando pidieron un voluntario para hacer un viaje temporal, no se lo pensó dos veces. Se presentó junto con otros miles de candidatos y resultó elegido para la primera misión. Tendría plena libertad para trasladarse al año y momento que quisiera, solo querían comprobar que era posible trasladarse en el tiempo sin sufrir ningún efecto adverso.

Óscar ajustó el módulo para que le trasladase a las 18:00 horas del 26 de mayo de 2392, veinte años atrás, en el punto de coordenadas 41.4134488 de latitud y 2.018243 de longitud, que correspondían a la antigua cafetería Montblanch de su población y donde ahora hay la nueva biblioteca municipal. El lugar donde se desarrollaron los hechos.

Cuando se viera sentado de nuevo ante su antigua amiga y causante de su ruptura con Montse, obraría en consecuencia. Todo el mundo dice que el futuro no puede cambiarse pero él demostraría que tal suposición no era del todo cierta. Haría cualquier cosa para recuperar a Montse. Quizá acabarían rompiendo por otra causa pero no por una supuesta infidelidad que nunca tuvo lugar. Al menos no conservaría de él esa mala imagen.
 
 
En el reloj de la cafetería las manecillas señalaban las seis en punto. En esta ocasión él había llegado con antelación, según lo previsto. De un momento a otro aparecería Lucía con cara compungida y ojos llorosos para contarle sus desventuras amorosas con Jaime, su novio, pidiéndole consejo y consuelo. Pero esta vez se había sentado de cara a la calle. Lo tenía todo calculado. Se mantendría frío y distante y cuando Lucía intentara besarle, la rechazaría amable pero tajante, para no dar pie a equívocos. Así Montse vería con sus propios ojos que no había sucumbido a los encantos y argucias de su falsa amiga y que le era fiel.

De momento todo estaba saliendo como era de suponer. Reconocía muy bien aquella expresión de desesperanza y de aflicción. Las mismas lágrimas volvían a resbalar, copiosas y raudas, por sus mejillas. El tacto de su mano posándose suavemente sobre la suya también le era familiar, ese tacto, esa mano delicada que le demandaba consuelo. Pero no pensaba volver a caer en la trampa respondiendo a tales estímulos y reclamos de ternura. Y así lo hizo.

Solo bastó con apartar ligeramente su cara evitando así aquel beso de Judas para que la reacción no se hiciera esperar. Como si de un intolerable agravio se tratara, Lucía se puso en pie de un salto propinándole una sonora bofetada ante la sorpresa del respetable público y de Montse, que entraba en aquel preciso instante.

Las únicas palabras que Lucía articuló al cruzarse con ella fueron: “Pero qué se habrá creído ese degenerado que tienes por novio. ¡Proponerme eso a mí, que también tengo pareja!”

Montse jamás perdonaría a Óscar que intentara serle infiel con su mejor amiga. De nada valieron sus excusas y mucho menos esa frase tan manida de “no es lo que parece, cariño. Déjame que te explique”.
 


6 comentarios:

  1. Si es que no hay manera de zafarse del destino, creo que si tuviéramos la oportunidad de volver al pasado, las cosas tendrían el mismo resultado aunque las acciones fueran distintas.
    Muy entretenida la historia, aunque cuando he comenzado a leerla es como si la hubiera leído ya. ¿no la tendrás en el libro...?, de cualquier forma el final ha sido sorprendente y genial.
    Un abrazo.

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  2. Cambiar nuestro pasado es pura ciencia-ficción, como el relato. No sé si tenemos fijado el destino pero aunque pudiéramos hacer un viaje en el tiempo, volveríamos a caer en los mismos errores o bien, como le ocurre a Óscar, el destino se encargaría de poner las cosas de nuevo en su sitio.
    Este relato quizá te recuerdo a uno que escribí pero en el que el protagonista volvía, después de muchos años, a un lugar para ver de nuevo a su enamorada de la adolescencia. También escribí otro sobre un viaje en el tiempo pero era un extraterrestre y además eran varios capítulos. Se ve que este tema me atrae, jaja
    Muchas gracias, Elda, por dedicar tu tiempo a leer mis historias y dejar tus comentarios.
    Un abrazo.

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  3. Si depende de personas astutas como Lucía, desde luego que sí es imposible, casi tanto como intentar enmendar lo que consideramos un error, porque la mayoría de las veces la relación ya no será igual. Lo lógico habría sido que Montse hubiera confiado más en su pareja o, al menos, haberle otorgado el beneficio de la duda y escucharlo. Yo creo que en cuestiones de celos, traiciones y demás, la humanidad será incapaz de cambiar pasado, presente o futuro.
    Muy buen relato, Josep, con ese final con giro un tanto divertido, aunque para el protagonista no lo resultara.

    Un abrazo.

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    1. La verdad es que en un principio pensaba enfocar el relato en plan más trascendente pero luego, a medida que lo iba desarrollando, preferí darle un giro metafórico-humorístico. Como una parodia de lo que muchos (creo yo) hemos pensado en más de una ocasión, al menos cuando éramos adolescentes: volver atrás para repetir algo pero en esta ocasión bien hecho. Corregir los errores.
      Pero todos sabemos que los errores no tienen "vuelta atrás", lo hecho, hecho está, y debemos aprender de ellos.
      Desde luego que Montse fue muy intransigente pero es que los celos y, sobre todo, la traición entre amigo/as (o supuestas amigas) suele ser imperdonable.
      Me alegro que te haya gustado y te agradezco tus comentarios.
      Un abrazo.

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  4. Muy bueno y reflexivo tu relato, Josep.
    Ahora entiendo lo que decías de la similitud con mi relato. Hasta los personajes tienen nombres casi iguales. Pero lo más interesante es esa reflexión respecto al pasado y a lo que ya está escrito.
    Te mando un abrazo.

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    1. Curiosidades de la vida, jeje.
      El caso es que por mucho que uno se esforzara en enmendar los errores del pasado (en caso de que eso fuera factible), volvería a cometer otros, volvería a caer en otras trampas o los acontecimientos le llevarían a idéntica situación. Al menos es lo que todos los guionista de ciencia ficción dicen con respecto al pasado, que no se puede cambiar pues un pequeño cambio podría ocasionar un cambio indeseado en el presente o incluso una catástrofe. Algo de eso sí que es cierto. Si, por ejemplo, yo me hubiera casado con mi primer amor, ahora mi vida sería totalmente distinta. Y no necesariamente mejor. Así que dejemos el pasado en paz. Pero es tan sugerente imaginarnos viajando en el tiempo...
      Un abrazo a través del tiempo.

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